Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Juan Manz (Cd. Obregón, Sonora, 1945) es dueño de una obra poética intensa y creciente que lo ubica como una de las voces más sólidas del norte de México: Tres veces espejo (1996), Padre viejo (2000, 2002, 2011,2013) con versiones al inglés, francés e italiano, y Molinar sin aspas (2010), entre otros libros, son una clara muestra. Sus temas son la búsqueda de la palabra precisa para anunciar el origen, el soliloquio que alude al paso del tiempo y la atención a las entidades míticas de sus ancestros y sus poetas. Sin olvidar los homenajes a bardos que nutrieron su trabajo lírico, escritores que lo acompañaron en su formación literaria e iluminaron sus desvelos. Dispensario es una bella continuación de sus reflexiones, compuesto por una serie de poemas fragmentados, recurre a la experimentación y a la melodía para seducir con sus cantos. Odas de viaje e introspección, de alumbramiento y travesía, los versos dialogan con el frío, descifran el misterio de las zonas remotas al tiempo que anhelan la voz en los escenarios contemplados: “Porque el hielo/ cima las montañas/ y cuelga/ sus hamacas blancas/ entre ladera y ladera/ escurre/ reboza el glaciar/ que pisaremos/ congela el aluvión/ de espíritus azules/ y almas blancas/ que ya nos velan/ subhieláneos a distancia.”