Juan Manz (Cd. Obregón, Sonora, 1945) es dueño de una obra poética intensa y creciente que lo ubica como una de las voces más sólidas del norte de México: Tres veces espejo (1996), Padre viejo (2000, 2002, 2011,2013) con versiones al inglés, francés e italiano, y Molinar sin aspas (2010), entre otros libros, son una clara muestra. Sus temas son la búsqueda de la palabra precisa para anunciar el origen, el soliloquio que alude al paso del tiempo y la atención a las entidades míticas de sus ancestros y sus poetas. Sin olvidar los homenajes a bardos que nutrieron su trabajo lírico, escritores que lo acompañaron en su formación literaria e iluminaron sus desvelos. Dispensario es una bella continuación de sus reflexiones, compuesto por una serie de poemas fragmentados, recurre a la experimentación y a la melodía para seducir con sus cantos. Odas de viaje e introspección, de alumbramiento y travesía, los versos dialogan con el frío, descifran el misterio de las zonas remotas al tiempo que anhelan la voz en los escenarios contemplados: “Porque el hielo/ cima las montañas/ y cuelga/ sus hamacas blancas/ entre ladera y ladera/ escurre/ reboza el glaciar/ que pisaremos/ congela el aluvión/ de espíritus azules/ y almas blancas/ que ya nos velan/ subhieláneos a distancia.”