El lenguaje y las imágenes de esta novela evocan la manera de ser de la ciudad de México de la década de los años cincuenta. Espacio que reúne y muestra las costumbres de los barrios típicos de la época: la brujería popular, los puestos de antojitos, la fiesta de vecindad, la beatería y el danzón; en suma, la cultura popular y esperpéntica de la vida urbana.