Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Muchos conocen ya a Harry «Conejo» Angstrom, entrañable personaje dividido entre la libertad y la responsabilidad, el deseo de independencia y un anticuado sentido del deber, entre apremios sexuales y vagas especulaciones espirituales a sus 55 años muy avejentado, Conejo ya no hace más que jugar al golf y ver la televisión. Desde el infarto, le embarga un irremediable sentido de fatiga. Janice, la esposa desvalida, es ahora toda una mujer de negocios. Nelson, el hijo estafa y roba a sus padres para mantener su adicción a la cocaína. Conejo vive en el temor constante, obsesivo, de la muerte que, en efecto, parece rodearle por todas partes : muere su amante de un cáncer, muere de SIDA un empleado de la empresa, sus amigos caen presa de enfermedades o depresiones, y hasta la tele le acosa diariamente con noticias de desastres y guerras. A Conejo sólo le quedan ya un pasado nostálgico, sombrías especulaciones sobre el futuro y ser testigo pasivo y risible de hechos que él ya no controla.