Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Los tres oficiales con uniforme de rangers y el agente de la CIA revisaron la mochila minuciosamente. Al final sólo pudieron extraer un magro botín: 12 rollos de película, una veintena de mapas corregidos con lápices de colores, una radio portátil que hacía tiempo que no funcionaba, un par de agendas y un cuaderno verde.
El cuaderno verde, donde puede leerse algo que parece una serie de poemas, no despierta mayor interés. Pocas horas más tarde, el dueño de la mochila, el comandante Ernesto Guevara, será asesinado en la escuelita de La Higuera y sus breves despojos terrenales, repartidos.A lo largo de los años, el camino del cuaderno de las pastas verdes con letras en árabe en la portada, el cuaderno de poesía, era un misterio. ¿Contenía poemas que el Che había escrito a lo largo de la campaña boliviana? ¿Se trataba de poemas que el Che había copiado a lo largo de los últimos dos años? ¿Era una mezcla de ambos? ¿Eran los poemas una especie de clave?El reto para mí era fascinante. Partí de identificar la quincena de poemas que conocía o me sonaban conocidos. Había cosas relativamente fáciles, cosas que me sonaban al Canto general, frases vallejianas y sones caribeños: el cuaderno contenía una selección de poemas de Neruda, Vallejo, Guillén y León Felipe.Finalmente me di cuenta de que se trataba de una antología. Una antología hecha por el Che. Su antología personal.
PACO IGNACIO TAIBO II