Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Kallocaína es el nombre del suero de la verdad que el científico Leo Kall ha inventado para garantizar al Estado seguridad y estabilidad, pero la verdad se escapa a la instrumentalización y sus efectos son demoledores: el protagonista asiste horrorizado al surgir gradual de una conciencia individual y autónoma con la que intenta luchar.
Escrito en 1940, Kallocaína es una novela antiutópica, al estilo de 1984 que Orwell publicó unos años más tarde, inspirada en el apogeo del nacionalsocialismo en Alemania: una visión alucinada de una sociedad totalitaria en un futuro gris, dominada por un Estado policial que llega a invadir la esfera privada de los ciudadanos suprimiendo toda forma de libertad y reduciendo los hombres a máquinas, cuya función principal es reproducirse, obedecer y no sentir.