Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
París, a comienzos de los años 60; donde se encuentran una noble de origen ruso alejada de su familia y un elegante librero del barrio judío, del Marais. Ninguno de los dos es joven ya, pero tampoco lo son los libros que ambos aman. ¿Ficción o realidad? Lo cierto es que, en esta ocasión, no importa la respuesta, a pesar de que el virtuosismo de la narradora nos hace creer todo el tiempo que estamos ante un fragmento de realidad, de su propia vida, un capítulo más de su existencia. Por encima de cualquier intento de verosimilitud, la verdad, una suerte de verdad que resulta atemporal según avanzamos en la lectura, y que nos lleva incluso hasta el pasado más remoto, se impone en cada página de esta extraordinaria novela corta. Como el amor al misterio y a la belleza, a toda clase de belleza.