Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
«? había firmado por novecientas dieciocho cabezas de sus opositores más encarnizados la noche en que soñó que se veía a sí mismo convertido en un animal de un solo dedo que iba dejando un rastro de huellas digitales en una llanura de cemento fresco? todavía no llegaban las de los verdaderos culpables, pero Sáenz de la Barra le había hecho notar que por cada seis cabezas se producen sesenta enemigos y por cada sesenta se producen seiscientos y después seis mil y después seis millones?» Delirante, obsesiva, circular y eterna, El otoño del patriarca es la gran novela sobre el dictador latinoamericano. Figura arquetípica del imaginario continental, símbolo por antonomasia del poder absoluto, reina en un orden amenazante, irracional, monstruoso en sus alcances y propósitos, más allá de la imaginación de los hombres y mujeres comunes, guiado apenas por los hilos ciegos del pasado y de sus sentimientos torcidos. El solitario por excelencia existe en un plano inaccesible, en un limbo entre la apoteosis y el desprecio eterno, temeroso el veneno, las balas y la cuerda final a la vez que ejerce una influencia que toca las estrellas y a Dios mismo.