Cuando esta novela se publicó en 1949 fue motivo de apasionadas impugnaciones y polémicas. En ella, el autor ya bien conocido de Dios en la tierra y Los muros de agua plateaba los temas de la lucha de clases con una visión introspectiva que, sin dejar de ser fiel a su militancia martxista, ponía en crisis el dogma del personaje positivo al presentar personajes con una vida interior en la que se debatían las contradicciones de la condición humana. Ante la confusión y las malas interpretaciones suscitadas en torno al libro, Revueltas prefirió retirarlo de la circulación y dejó de publicar literatura narrativa durante siete años, en los que se dedicó a reflexionar sobre los problemas ideológicos en la relación entre el arte la política. Hoy la novela aparece intensamente viva, gracias no sólo a esa visión trágica que Revueltas hace encarnar en sus personajes, sino además, a un estilo en el que las palabras forman una trama de tensiones donde la lucidez surge del choque entre la realidad caótica, adversa, y la voluntad humana comprometida, empeñada en adquirir una forma, un valor de signo y de destino.