Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
«Éramos cuatro: George, William Samuel Harris, yo y Montmorency. Estábamos sentados en mi habitación, fumando y charlando sobre lo mal que nos encontrábamos; mal desde el punto de vista médico, naturalmente. Todos nos sentíamos enfermos, y eso nos estaba poniendo bastante nerviosos. Harris dijo que a veces le daban unos mareos tan extraordinarios que apenas sabía lo que hacía, y después George dijo que también él tenía mareos y apenas sabía lo que hacía. En mi caso, lo que no funcionaba era el hígado.»
En consecuencia, los tres hombres (la opinión del perro Montmorency no cuenta) deciden embarcarse en un crucero por el Támesis, en busca de paz espiritual y de vida sana. Lo que ignoran estos mártires de la hipocondría es que a veces pasan cosas que pueden transformar el más modesto de los viajes en una aventura cuando menos pintoresca.
«Mi intención no fue la de escribir una obra cómica», declaró Jerome K. Jerome sobre "Tres hombres en una barca". Por lo visto, lo hizo sin querer.
Una de las 100 mejores novelas de todos los tiempos, según The Guardian.
Una de las 3 novelas más divertidas de todos los tiempos, según Esquire.
Más de 50 millones de ejemplares vendidos desde su publicación.