Nadie puede poseer una ciudad, pero s? acerc?rsele por medio de atajos, rodeos, peque?os asedios personales, incursiones y tanteos. Vivir en la Ciudad de M?xico es eso: una constante aproximaci?n, como un cortejo cuya culminaci?n fuera constantemente postergada. Ese ejercicio de seducci?n urbana es el que propone Julio Trujillo en estas p?ginas, sin el af?n del historiador ni del cronista pero s? con la ambici?n secreta de ganarse algunos rincones e instantes propios: part?culas apenas de la gran urbe, pero salvadas del tiempo por las redes de la escritura, la memoria y la lectura. Atajos y rodeos no es un mapa para llegar a la ciudad, sino una especie de mantra para atraerla.