Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
El relato de Pierre Dragón obliga a Peeters tanto a encontrar un equilibrio entre el reportaje periodístico y los registros que impone el género policiaco, como a preservar la potencia de las anécdotas y los personajes reales integrándolos en una estructura narrativa eficaz en el marco de ese París actual