Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
Fidel Centella se va de casa sin saber qué busca, y quizás por eso todo le llegará por sorpresa: el dilema de si Bárbara, la chica que roba y silba, o Diana, la que tiene mucho y lo ofrece todo; las hazañas en el ruinoso piso compartido que apenas duerme; las leyendas urbanas de un barrio con casi tanto color como sombras; los brindis con su padre enfermo. Siempre rebotando entre la memoria gallega de su familia emigrante y la promesa de muchas vidas posibles. Cuando quiera orientarse, mirará los rayos de luz que nacen en la montaña de su ciudad. Esos que, como Justo, Iu y Brais, siempre han estado ahí. Los que, como sus amigos, brillan más cuando todo está oscuro. Los que le muestran el camino a casa.