Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En La sangre del cordero, Wanderhope, alter ego del autor, nos cuenta cómo ha sido su vida desde su infancia en Chicago, en el seno de una familia calvinista, hasta la muerte de su hija de doce años, enferma de leucemia. Una vida, pues, marcada por la pérdida: la de su hermano, la de su primer amor, la de su esposa suicida y finalmente la de su hija. Sin embargo, lejos de convertirlo en un ser derrotado y mudo, la presencia constante de la muerte lleva a Wanderhope a preguntarse por el sentido de todo en un tono en el que la rabia y el duelo no paran de mezclarse con el ingenio, el humor y la ternura. 'La sangre del cordero' nos ofrece una exhibición de ingenio, lirismo, precisión verbal y comicidad que confirma a De Vries como uno de los mejores escritores estadounidenses del siglo XX