Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En este ensayo Luis Felipe Fabre le hace un fisting crítico a Salvador Novo: el libro abre con el ano bucal de Novo, bien cerrado, que aparece en el retrato que pinto Manuel Rodríguez Lozano. Poco a poco van penetrando los dedillos analíticos hasta el esfinter del poeta se dilata. Es entonces cuando Fabre penetra, lúbrica hada, el cuerpo de Novo con ese puño tentador que termina por llegarle hasta los sesos. Cuando se retira, el ano de Novo ha queddo tan abierto que los lectores se aproximan al borde de un volcán: desde esas alturas críticas se divisan las entrañas del poeta y por ese hueco podrían echase todos los soldados del regimiento, junto con sus tenientes y coroneles, para alegría y deleite de ambos poetas.