Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Sobre el telón de fondo de unos nebulosos años veinte, La ciudad sitiada pone en paralelo magistralmente la crónica de la transformación de São Geraldo, ciudad del interior inmersa en una inexorable etapa de crecimiento, con el proceso de liberación de Lucrécia Neves, una mujer sitiada, asfixiada por la urbe y sus habitantes. En la inquietante y subterránea evolución de su metamorfosis, la protagonista intentará formar parte de una asociación de jóvenes, será novia del agresivo Felipe y del bello Perseu, pero acabará casándose con un próspero comerciante. Fogosa como un caballo e inalcanzable como una estatua del parque, siempre entre el equilibrio y el desequilibrio, enderezándose sin moverse para no desmoronarse, Lucrécia Neves es sin lugar a dudas una de las más memorables protagonistas de la narrativa de Clarice Lispector.