Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
El protagonista es el último de una dinastía de hombres con el mismo nombre: Julio Cameron. Una placa en la casa familiar que solo él habita así lo hace constar. Su abuelo fue un general de leyenda controvertido que es celebrado por la historia oficial y condenado por grafitis que aparecen en la ciudad. Luego de una atípica noche fuera de casa, aparece tirado en el patio común y su vecino Orsini lo esconde en su casa, ya que la suya está asegurada por la policía. Cameron se da cuenta de que alguien, por alguna razón, le quitó la prótesis de la pierna derecha artificial que perdió en un accidente (que como él mismo anuncia, no fue exactamente un accidente). El muñón sangra, a veces Cameron debe arrastrarse por el suelo, y su vida se vuelve más penosa. Y todavía lo será más, porque los problemas del protagonista no tienen soluciones sencillas, en ningún caso.