En Zanjón de la Aguada, Lemebel toma la voz de las minorías sexuales, de los habitantes de las
poblaciones periféricas, de los desposeídos, de las mujeres, para entregar una denuncia moral, una
invitación a mirar lo que más nos duele: ese Chile que carece de oportunidades, ese al que los
discursos políticos no tocan, pues sigue siempre igual. Pero el autor no mira esta realidad de forma
dramática, sino que lanza sus dardos llenos de ironía, mostrándonos que la indiferencia y el
arribismo son enfermedades más agudas que la pobreza.