Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Entre los años 1960-80 numerosos países de la vieja Europa se vieron afectados por el expolio de antigüedades, especialmente arte religioso. Era una tormenta perfecta: el concilio Vaticano II había animado a muchos clérigos rurales a desprenderse de las viejas imágenes de la piedad popular sumado al auge económico hizo que muchos coleccionistas se volcaran a adquirir el viejo arte sacro europeo, no siempre de manera lícita. Fue el mayor expolio de patrimonio cultural de la historia reciente de Europa. Ángel negro cuenta la historia de uno de estos robos, y la lucha de los vecinos por recuperar una vieja talla que para ellos significa mucho más que la imagen de una santa y que esconde antiguos secretos.