Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
A comienzos del turbulento año de 1968, Francisco Tario envió a su amigo Joaquín DíezCanedo, desde Madrid, España, donde residía, el original mecanográfico de Una violeta de más para su publicación en Joaquín Mortiz, con un mensaje doble: el título alude a los pétalos de violeta que aparecían en las cartas que se enviaban, cuando novios, él y Carmen Farell; una violeta más o de más, pues luego de tres décadas de matrimonio ella muere sorpresivamente, en 1967, y será el mágico fantasma al que está dedicada esta obra.