Durante incontables generaciones, en un pequeño pueblo alemán, dedicado a la fabricación del lino, la poderosa familia Balek Von Bilgan ha sido la única autorizada para poseer una balanza, y con ésta mantiene el control de la comunidad. Ellos son quienes deciden cuánto se les paga a los campesinos por su trabajo, cuánto alimento reciben y cómo se imparte la justicia con base en su artefacto.