Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Un mapa de México-Tenochtitlan hecho hacias 1550, apenas a treinta años de la Conquista, es el tema de esta libro fascinante. Conocido como el Mapa de Uppsala y elaborado muy probablemente en el Colegio de Santa cruz de Tlatelolco por un tlacuilo mestizo o por un idígena recientemente aculturado, el mapa entreteje rasgos indígenas y renacentistas. Ahí se pueden ver ciento veinte glifos toponímicos de los pueblos que rodeaban los lagos del Valle y al mismo tiempo dibujos de corte occidental de las principales estructuras de Tenochtitlan con sus nombres en español.Muestra cabal de la fusión de dos culturas, en él vemos representados indígenas que llevan a cabo actividades de la vida cotidiana, con sus atuendos y con instrumentos a veces españoles, a veces todavía prehispánicos. El historiador Miguel León-Portilla, uno de los grandes sabios de la historia prehispánica y colonial, y la cartógrafa Carmen Aguilera describen y descifran minuciosamente este documento que es un precioso espejo de ese momento temprano de la historia colonial: un retrato humano y una imagen de la gran cuenca a mediados del siglo XVI. Las numerosas ilustraciones que acompañan el libro incluyen otros mapas famosos de la época y detalles ampliados de nuestro mapa, o reproducen esquemas de los glifos que nos permiten apreciar con claridad todos sus elementos: flora, fauna, arquitectura, orografía, hidrografía, sociedad, costumbres, etecétera. Esta edición incluye una producción facsimilar desplegable del mapa que se conserva en Uppsala, con el colorido original y reproducido al ochenta por ciento de su tamaño.