Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Con su primera y más célebre novela, El señor de las moscas, William Golding dio ya sobradas muestras del talento literario que le llevaría en 1983 a obtener el Premio Nobel de Literatura.
Como consecuencia de un naufragio, una treintena de adolescentes se ven obligados a organizar su existencia en una isla desierta. Ésta es la situación que sirve de punto de partida a una sobrecogedora fábula moral sobre la condición humana.
Nos encontramos ante una portentosa novela que ilustra la agresividad criminal latente en el ser humano, pero también ante una requisitoria moral contra los riesgos de una educación represiva. Es esta riqueza temática, unida a un impecable estilo narrativo, lo que convierte El señor de las moscas en uno de los clásicos contemporáneos más vivos.