El texto se va tejiendo en una azarosa madeja que intenta servirnos, como antaño lo hizo con Ariadna y con Hensel y Gretel, a quienes les permitió encontrar el camino de regreso a casa. Temo en esta presentación informar, que, antes que hilo, este escrito deja un rastro de migajas de pan, y que al lector sólo le resta esperar que los cuervos de la oscuridad (esos enemigos asiduos de la lucidez) no hayan devorado del todo el rastro interpretativo, al grado de dejarlos hundidos y perdidos en el bosque de conceptos nocturnos que a continuación presentamos.