Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Uno de los momentos más importantes que tuvo lugar en la primera mitad del siglo XX mexicano, en lo que a la poesía escrita se refiere, sucedió en torno a la revista Contemporáneos (1929-1931). Ahí se reunieron Jorge Cuesta, Jaime Torres Bodet, Gilberto Owen, Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, Celestino Gorostiza, Bernardo Ortiz de Montellano, Enrique González Rojo y Carlos Pellicer quienes buscaron, y quizá encontraron, la quintaescencia de los movimientos y vanguardias hasta el momento