Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Damián Arteaga se enfrentó a un infancia y adolescencia donde la miseria y la tragedia familiar lo acompañaron. Espoleado por esta situación, busca cualquier camino para salir de ella y llegar a lo siempre imaginado: una vida de lujo. Ya cuenta con treinta años y sigue sumido en la pobreza. A través de un amigo de muy buena posición, comienza a escalar la pirámide social, pero a la vez se enreda con un tipo misterioso que le ofrece trabajos extraños. Estas dos relaciones son las que van a determinar su vida en el futuro. Entra a una vorágine de sucesos, unos legales y otros ilegales que, de alguna manera, lo encumbran, para venir más tarde la debacle con la consecuente pérdida del dinero y el poder acumulado.
En esta novela, Enrique Ezeta nos sumerge en la psicología del personaje marginado en busca del dinero y el poder. Desde su perspectiva, no encuentra otra manera de romper con el circulo de la pobreza, aceptando lo que le ofrece el mundo, sea bueno o malo. Pero siempre, en esa perspectiva, no cuenta con que él no deja de ser un títere movido por fuerzas externas; así, los personajes que supuestamente lo ayudan, no hacen sino aprovecharse de él. Cuando se da cuenta de esta situación ya es demasiado tarde. Damián Arteaga es víctima, a fin de cuenta, de sus propias decisiones, como lo somos todos.