Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
Esta obra Evaristo parece tener dos escrituras simultáneas: con una mano, activa la memoria —sociopolítica y corporal—, y con la otra, la trama. Probablemente esta sea la única forma de hacer un libro con esta fuerza centrífuga. Una niña recuerda los días en que su favela está por ser desfavelizada; al hacerlo construye simultánea y magistralmente a otro personaje: la memoria colectiva, siempre cargada y en constante tensión con el presente. Por eso este libro tiene un efecto espiral único, es ubicuo y fragmentado, se trata sin duda de una de las novelas memorialistas más importantes de la literatura brasileña, en la que Evaristo ejerce la escrivivencia.