Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La Independencia haitiana fue uno de los acontecimientos más importantes de Latinoamérica, diversos insurgentes del continente tuvieron a Haití como bisagra. En 2004 se conmemoró su Bicentenario; sin embargo, las calles de su capital, Puerto Príncipe, se levantaron contra el entonces presidente Jean Bertrand Aristide. El resultado fue violento. Es en ese contexto, de contrapunto histórico, en el que se desarrolla esta novela. La escritura de Trouillot es una flecha contundente. Una madre ciega que lo ve todo, dos hermanos divididos políticamente, un médico, periodistas, fuerzas de seguridad, comerciantes y distintos habitantes conforman todos los flancos de la temperatura social de algo a punto de ebullir. El vacío sonoro que crea una ola antes de azotar, y el rugido de su subsecuente explosión: eso es esta novela.