Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
Frente a la incertidumbre, hemos perdido el derecho al duelo; ante ello quizá sólo nos queda buscar, preguntar, nombrar. Este es un libro que pone a la memoria en primer plano, un reconocimiento del duelo colectivo que nos atraviesa. Nombres propios es un acercamiento a la legítima y amorosa resistencia que sostiene a las víctimas vivas de la violencia en México. Como apunta Natalia Mendoza en el prólogo: los versos de Alvarado señalan el mecanismo concreto que podría inaugurar un tiempo nuevo.