Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
A Neil Armstrong siempre le gustaron los aviones y las exploraciones estelares. Por eso, cuando por primera vez en la historia quisieron enviar una nave pilotada por personas a la Luna, se apuntó como astronauta sin pensarlo. ¡Y lo escogieron! Junto con sus amigos y colegas Buzz y Collins, subió al Apolo 11 rumbo a la Luna, y, con su traje de astronauta, Armstrong se convirtió en la primera persona que ponía un pie en su superficie.