Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
"Una noche mandan llamar al Fondo del Pozo a una mujer con un don especial: revelar lo no dicho e invocar a la muerte. Esa ha sido su misión: asistir a la gente que huye de la enfermedad o la miseria. Como ya es una anciana, cuando la convocan una vez más al pueblo decide enviar a su hijo en su lugar. Quien requiere de sus servicios es un hermoso niño que cayó gravemente enfermo. Gracias a su intuición, y a que conoce el lenguaje de las cosas ocultas como su madre, el hijo-sanador desentraña los horrores que han ocurrido en la aldea y descubre un terrible crimen que su madre dejó pasar años atrás…
En El lenguaje de las cosas ocultas Cécile Coulon explora sus obsesiones: el mal, los cuerpos, el poder y la fuerza poética de la naturaleza, en una novela
sobre la violencia patriarcal y el frágil equilibrio entre la vida y la muerte.
Cécile Coulon (Premio Le Monde 2019) vuelve con una brutal y estremecedora novela sobre los crímenes que el pasado no logra enterrar; una obra fenomenal que la consolida como «la hija predilecta de las letras francesas», Le Figaro."