Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Luego de iniciarse como narrador durante los años treinta, Agustín Yáñez publica en la década siguiente una serie de importantes estudios sobre literatura mexicana. Vistos a distancia, estos ensayos poseen una unidad y continuidad que nos remiten al rigor orgánico que preside toda su obra. En efecto, los estudios de Yáñez sobre mitos indígenas, crónicas de la conquista, fray Bartolomé de las Casas, José Joaquín Fernández de Lizardi y Justo Sierra, aparecidos inicialmente como introducciones a colecciones antológicas, o bien como obras separadas, parecen conformar los capítulos de una empresa más vasta, las etapas de una amplia indagación en busca del alma mexicana y de sus manifestaciones literarias.