Cuando México se negó a venderel territorio nacional a mediados del siglo XIX, los embajadores estadounidenses abandonaron el escenario político para que este fuera ocupado por los militares. Se cambió el lenguaje de las palabras por el de las balas. De esta suerte fuimos despojados de praderas, llanuras, valles, ríos, litorales, riberas y cañadas, además de promisorias minas y yacimientos de toda naturaleza, con el agravante del traumatismo que padecimos diferentes generaciones hasta nuestros días.