Dos años bastaron para que las tropas de Hernán Cortés vencieran a los aztecas. El asombroso triunfo, resultado de la diplomacia más que de la guerra armada, creó la ilusión de que los españoles eran mejores guerreros. Sin embargo, aquella subyugación no resultó ser sino el preludio de la pugna contra indígenas más prolongada en la historia de Norteamérica: la guerra de los chichimecas.
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