Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La vida de Charles Darwin siempre estuvo guiada por una insaciable curiosidad por entender el mundo. Este deseo de saber más le llevó a coleccionar escarabajos de pequeño, o a embarcarse de joven a bordo del Beagle en una increíble aventura alrededor del mundo. Gracias a esa curiosidad y a las notas recogidas durante el viaje, Darwin demostró que todas las especies, incluida la humana, habían cambiado a lo largo de la historia, y consiguió explicar cómo y por qué lo habían hecho. Con su teoría de la evolución, cambió para siempre la historia de la ciencia.