Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
¿Qué le ocurrió a la reina Letizia el día de la jura de la Constitución de la princesa Leonor? ¿Se marchó de Marivent en agosto de 2013, con destino desconocido, para citarse con alguien? ¿Es frecuente que repita «vámonos», «me marcho» o «terminemos de una vez» cuando se agobia junto a su familia política? ¿Se encontró un afamado pintor con la reina en un vuelo Madrid – Nueva York en 2012? ¿Y que se cubrió para no ser reconocida? ¿A qué se debe su triste semblante? Este libro es la crónica de lo que le ha sucedido a Jaime Peñafiel tras la publicación de su libro Letizia y yo -con múltiples reediciones-. Pero también es la respuesta de la sociedad, las redes y los medios de comunicación -nacionales e internacionales-, que le ha costado su despido de un prestigioso periódico nacional, ante lo desvelado en sus páginas sobre el pasado de nuestra reina. Algunos han guardado silencio, otros han especulado sobre si será verdad lo que cuenta el veterano periodista y no pocos le han culpado de la desolación con la que vemos a la reina en sus últimas apariciones. En respuesta a todo ello, Jaime Peñafiel se muestra más contundente que nunca en estas páginas que, de no ver luz, harían buena la máxima que un día pronunciara una mítica columnista: «¿Quién, si no es él, contaría las tristezas de los príncipes y princesas?».