Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En Las fronteras de la muerte se traza la genealogía del concepto de muerte, en particular el cambio radical que sufrió a partir del siglo XVIII, cuando la medicalización de la muerte y el miedo a la inhumación prematura cuestionaron la certidumbre de sus signos. Ya en el siglo XX, explica Laura Bossi, las nuevas técnicas de reanimación y de los trasplantes plantearon el problema de no considerar vivo a alguien que está efectivamente muerto y que podría ser un donador de órganos. Con ayuda de este recorrido histórico la autora descubre las razones sociales, culturales, científicas, económicas y religiosas del debate moderno en torno a las fronteras entre la vida y la muerte