Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
Aunque tiene nobles antecedentes, el tanque de natación es una invención tan reciente como el ferrocarril, como la fotografía. Como aquellas tecnologías, implica además (o tal vez debería decir: significa) la toma de posesión por el hombre de un elemento natural: el agua. Lo sabíamos antes de Gaston Bachelard -aunque el filósofo francés nos ayudó a comprenderlo-: el agua en libertad, en movimiento o estancada, ha sido un detonador de fobias arcaicas incrustadas en la psique occidental que obligaron a instrumentar medidas de control.