Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En 1922 apareció La tierra del faisán y del venado. Con este epíteto se refería, naturalmente, a Yucatán y a la geografía cultural maya. Mediz Bolio, perteneciente a la generación de 1910 o del Ateneo de la Juventud, se preocupó como otros de su generación por encontrar nuevos significados de lo mexicano. Con este libro rompió con un esquema literario previo, para fundar uno nuevo, indigenista, al que más tarde se sumarían escritores como Abreu Gómez y Monteverde. Mediz Bolio le nvió el manuscrito de su obra cumbre a Alfonso Reyes, solicitándole un prólogo, en la cual le decía: "He pensado el libro en maya y lo he escrito en castellano..." No estaba exagerando: se trata de una verdadera cosmovisión, escrita en una prosa poética que da cuenta de la complejidad del panteón maya y del alcance del imaginario de la cultura indígena. Una de sus mayores virtudes, la polifonía, ya anticipa libros como Los hombres que dispersó la danza de Andrés Henestrosa y Canek de Abreu Gómez. José Emilio Pachecho, uno de sus grandes lectores, señaló: "La sociedad de castas que le permitió a Mediz Bolio aprender natural e involuntariamente el idioma maya y el gran sismo revolucionario se combinaron con su talento y su generosidad para producir La tierra del faisán y del venado. [...] Esa literatura ha sido, aun sin proponérselo, la voz del indio expresada en el idioma del blanco."