Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Además de la tranquilidad, la música y cocinar, lo que más le gusta son los libros y, en especial, aquellos que hablan de viajes. Su libro favorito es Los viajes de Gulliver del escritor inglés Jonathan Swift. Por este motivo, también se ha dedicado a viajar visitando países remotos. Se ha desplazado a caballo, en globo, en tren, en canoa... pero sobre todo caminando, que es como realmente se llegan a conocer los lugares.Una mañana de mucho calor, en un pueblecito de Australia llamado Ouldabinna, David conoció al conmovedor señor Simplón. Fue entonces cuando decidió escribir esta historia.