Detrás de la singularidad de la poesía de Ramón Bolívar se
encuentra una poética del gozo. La
plenitud de las cosas, de los cuerpos, de los objetos, y de la naturaleza en
sus poemas configuran una civilización desinhibida y sensual. Hay en el tratamiento del amor en todas las
dimensiones de la percepción: amor por la protesta contra la realidad, amor por
esa intención de aferrarse al tiempo a través de cuerpos jóvenes, y amor por
esta idea: “lo caótico nos dice que la vida hay que vivirla”. En el libro se vislumbra el valor de una
sensualidad proporcionada por la intimidad, por el destino personal del poeta,
y por los sucesos vespertinos o noctámbulos.
Esta poesía no está desesperada por llenarse de cotidianidades ni por
ser testimonio de algo específico –aunque a veces lo sea. Destila en cambio el gozo de lo que se está
viviendo con el mayor gusto, con una luminosidad intimista particular en la
poesía mexicana contemporánea. Bolívar posee
un juicio de hombre alucinado por la vida.
Por eso ha sido capaz de inscribirse dentro de una poética del gozo,
haciendo del lenguaje poético la liviandad a partir de cada vivencia.[ANTONIO MESTRE]