Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Iván S. Turgueniev (1818-1883), uno de los más grandes escritores rusos, junto a sus compatriotas Dostoievski y Tolstoi, es autor de novelas y relatos que reflejan tanto la vida en la Rusia de los zares como los conflictos originados por la complejidad del amor y las pasiones. Igualmente son admirables sus descripciones del paisaje ruso, siempre presente en su obra. En Padres e Hijos, Turgueniev creó un protagonista, Barzarov, prototipo de los jóvenes revolucionarios que más tarde aparecen en la política rusa. Hay en la novela un interesante enfrentamiento ideológico entre dos generaciones y a la vez, una trama amorosa de delicados matices.