Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Si la novela de la Revolución devela las entretelas de una sociedadque transita desde un sistema anquilosado hacia otro que vislumbra entre la polvadera de los caballos y las coronas de humo de las detonaciones, Campamento -publicada originalmente en 1931 y que presentamos en nuestra colección Summa Mexicana -nos muestra a ese ejército que acampa en aquella ranchería perdida en la inmensidad del territorio nacional, susurrando y subiéndole el volumen a la voz de un pasado que el autor trae al presente con un oído y una vista adiestrados en el registro acústico y plástico de la vida cotidiana.Cada uno de los capítulos de esta novela de Gregorio López y Fuentes (1895-1966) da la nota el registro inconfundible: hambre, desamparo, conciencia e inconsciencia, destreza de oficios, confidencias personales, relatos de combates, anécdotas, aventuras, hechos chuscos, guerra hacia adelante y hacia atrás, frustraciones, anticipación de la masa cuando la serpiente regresa al camino, rumbo al sitio que debe tomar pues, aunque lo ignore o pretenda hacerlo, de eso se trata: seguir hacia una plaza sin contornos definidos.