Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Sobre Juan Rulfo, y en particular sobre Pedro Páramo, se ha escrito mucho. Ello ha dado origen a valiosas aportaciones al descubrimiento de la naturaleza estética de esa novela y su trascendencia; pero también a versiones que, en cambio, han nacido al calor de la oportunidad o la improvisación; o que, incluso, ubican premeditadamente a Rulfo y su obra en el campo literario mexicano de acuerdo con una "economía de los bienes simbólicos" -diría Bourdieu- gestionada desde ciertos ámbitos del medio cultural, inseguros de su propio futuro.La recepción inicial de Pedro Páramo surge del proceso de formación intelectual que significó para su autor, Jorge Zepeda, un conocimiento profundo de la literatura mexicana y de teorías como la consagrada al estudio de la recepción literaria, cuyo itinerario describe Dietrich Rall en el prefacio de este libro. Fruto de una labor de investigación proseguida a lo largo de muchos años, reúne prácticamente todo documento pertinente dentro de su periodo de estudio (1955-1963), lo que da lugar a verdaderos hallazgos.Mediante la analogía de una síntesis conflictiva Jorge Zepeda se acerca a la novela de Rulfo y a la diversidad de las reacciones que suscitó en su casi primera década de vida, poniendo en palabras, con mayor fidelidad, su observación de este horizonte. El resultado nada tiene que ver con los perezosos lugares comunes que se suelen invocar cuando alguien alude, como por casualidad, a la respuesta crítica a Pedro Páramo al hacer su aparición en 1955.