Liberado de historial literario, fotográfico y cinematográfico de estos emblemas europeos, Venecia y Paris, Flores Olea sencillamente enfoca, define la luz y dispara sobre su objetivo .No es que oculte o niegue las bibliotecas y las fototecas que han hecho la crónica real y metafórica de la antigua Lutecio y de la Serenísima; no, por supuesto, no lo hace como reducto predecible de la desacralización o de estos clientes muy de las ocurrencias del arte de la actualidad. La liberación cultural del fotógrafo mexicano reside en un ejercicio de la liviandad e inocencia.