Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
La monotonía de los rascacielos, automóviles, obreros y mendigos se suspende por situaciones siniestras y cotidianas que se intercalan entre los recovecos de la ciudad. Los personajes de Historia siniestra somos nosotros; los relatos son nuestras vidas, los acontecimientos diarios que son turbados por lo desconocido. La linealidad de la vida es bruscamente interrumpida por los microrrelatos, que se fracturan y cambian la historia. Alberto Chimal sacude al lector, le insiste para que despierte y mire, al menos por un segundo, el suceso cotidiano; logra que el lector suspenda la respiración y aumente su pulso, por el misterio de cada narración, las alusiones a los personajes sin sombras y mil rostros, la posibilidad de encontrarlos al cruzar una calle o transbordar en una línea del metro; evocan las narraciones extraordinarias de Poe. Chimal lleva al lector hacia una buhardilla, desde la cual puede mirar lo visceral, lo grotesco, lo absurdo, lo ordinario y el caos de la naturaleza humana. Escribe con ironía y humor negro de los encabezados de periódicos; lleva al límite el lenguaje y las imágenes. Sus microficciones son un recorrido para perdernos en cualquier ciudad y encontrarnos en ninguna parte. Con Historia siniestra Chimal pone al lector frente a su realidad para sacudirlo, ubicarlo y hacerlo tomar conciencia de su lugar en el mundo, de lo que lo rodea, una novela que inquieta al lector y le muestra el otro lado, oscuro, de la naturaleza humana.