Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Benito Juárez, presidente y político liberal de origen zapoteco, nació en San Pablo guelatao. De niño emigró a la ciudad de Oaxaca, donde estudio leyes. Fue varias veces gobernador de este estado entre 1846 y 1857, y la figura más relevante de la política nacional entre 1854 y 1872, durante la Revolución de Ayutla, la Guerra de Reforma y la lucha contra el Imperio. Muchos historiadores llaman a esos años la era de Juárez.