Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Al recorrer la zona de París delimitada por el bulevar Ney y la calle Clôture, Jean Rolin se embarca en un doble proyecto: por un lado, rememorar la figura del excéntrico mariscal napoleónico Michel Ney -figura clave para comprender la batalla de Waterloo- y, al mismo tiempo, narrar su propia campaña entre olvidados barrios marginales del París contemporáneo. El mariscal Ney aparece como una mezcla de héroe y personaje abyecto, que lo mismo salva a su ejército de una derrota que conspira contra el Emperador, hasta que finalmente es fusilado por traición el 7 de diciembre de 1815, a las nueve de la mañana. En cambio, la población de prostitutas, inmigrantes refugiados y vagabundos que pueblan este gueto parisino están condenados desde el comienzo a deambular por sus calles buscando formas de sobrevivir. Con las andanzas de Ney como trasfondo, Rolin narra el asesinato de una prostituta búlgara, que conmociona a la sociedad al grado de que los medios se refieren a ella por su nombre de pila; conoce a personajes como Gérard Cerbère, que vive en una caravana luego de haber sido echado de cuarenta empleos y que fantasea con ser tan indestructible como el mismo diablo; conoce el caso de Lito, un ex soldado de Zaire perseguido en su país por negarse a continuar extinguiendo cadáveres para entorpecer investigaciones de la comunidad internacional. Así como el pintor Jean-Léon Gérôme inmortalizó el fusilamiento del mariscal Ney en un cuadro titulado con la fecha y hora de su ejecución, Rolin plasma con palabras la condena cotidiana de los excluidos, que se ven obligados a cumplirla sin juicio previo ni causa aparente.