Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En cualquier momento de nuestra vida podemos ser el malvado, el cobarde, aunque también el otro, el héroe, el santo. Lo cierto es que mientras existe el asombro, existirá la esperanza. Si Octavio Paz reivindica el olvidado asombro de estar vivos, María Emilia Chávez Lara nos lleva, de pasmo en pasmo, por un mundo de maravillas, espantos y monstruos que podrían ser nuestra otredad, nuestro espejo. Estética del prodigio muestra la magia de la ciencia una serie de portentos que causan vértigo en el alma y nos hacen comprender la afirmación de Jules Supervielle Con su aspecto perfectamente natural, lo sobrenatural nos rodea. Armando González Torres ha escrito María Emilia Chávez Lara comienza recreando, con destreza y seriedad de historiadora, las fascinación por los fenómenos y los portentos que experimentó el México del siglo XIX; prosigue hablando de los albores de la ciencia teratológica en México y finaliza reflexionando sobre la confinación del cuerpo anómalo y la alteridad aterradora como un mecanismo de exclusión de todo aquello que no se ajuste dócil y estrictamente a la norma estética y social. Sin embargo, más allá de lo significativo de la tesis, lo más importante son los giros de estilo, la soltura con que la autora se desenvuelve en distintos tonos de escritura, ya sea la evocación puntual, ya sea la fabulación narrativa, ya sean las intervenciones personales con su delicioso toque de humor y ligereza.