Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
Serie de culto para grandes minorías, ganadora de tres Globos de Oro y nueve premios Emmy, Mad Men ha conquistado en poco tiempo a los conocedores del medio y a los espectadores más exigentes. Opera prima de uno de los creadores de Los Soprano, su éxito fulgurante contrasta con el largo recorrido de su gestación, hecho que se deja apreciar en su estilo «pausado, de lenta digestión, que se paladea como un buen whisky añejo, donde lo mejor del show no es tanto lo que muestra y lo que cuenta como lo que oculta, sugiere y deja en la recámara».
Situada a caballo entre la «era dorada» y los convulsos años sesenta, Mad Men disecciona el mundo de las agencias de publicidad de Manhattan a través de las vidas cruzadas de unos personajes en pleno proceso de «hacerse a sí mismos», desbordados por una sociedad donde la materialización del sueño americano parece más bien una pesadilla enajenante y opresiva. Las campañas de Lucky Strike y Madeinform o el cine de Grace Kelly y la literatura de John Cheever son el contrapunto perfecto para esta imagen de insatisfacción.
Con una estética cuidada hasta el más mínimo detalle y un brillante uso de la luz, la cámara alumbra a la Norteamérica de los sesenta donde referentes como el Movimiento por los Derechos Civiles, el activismo feminista o los asesinatos de J.F. Kennedy, Martin Luther King y Malcolm X sirven de excusa para retratar una sociedad marcada por los prejuicios raciales, unos rígidos arquetipos de género y unas profundas desigualdades sociales.